De la serie al proyecto II

El ‘ya-dicho ‘ y el ‘ya-visto’

Todas las artes se han encontrado un día u otro delante del desencanto que toca tanto el fondo como la forma. En 1696, Jean de la Bruyère escribía en Les charactères: “Todo está dicho, y se llega ya tarde desde hace siete mil años en los que los hombres han estado pensando”

En pintura la abstracción remplazó lo figurativo, después vino lo monocromo (hasta el cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malevitch en 1918) , después los Ready Made, las “instalations” y las “performances” han tomado el relevo para luchar contra el ‘ya- dicho’ y el ‘ya-visto’.

La fotografía como es un arte más joven, esta impresión de saturación , la ha tenido más recientemente. Pero ella es real hoy.

Demasiadas imágenes, demasiados fotógrafos, demasiados estímulos visuales… Por supuesto, como espectador, se puede estar todavía subyugado o maravillado por una obra única, o por una impresión espléndida que nos toca en lo más profundo y encontramos por azar en una exposición, en una galería o en un libro […]

Pero como fotógrafo y como creador, ¿cómo esperar que un público pueda acceder a su trabajo si se contenta con proponer fotos variadas y únicas?

El arte de cavar pozos

En este contexto complejo y desestructurado, donde todo el mundo se ha hecho más o menos fotógrafo, donde las escalas de valor artístico son puestas sin cesar en duda, la única solución pertinente y eficaz que para un autor contemporáneo queda (sin duda) es la de proponer un cuerpo de imágenes originales, personales, e identificables. Es decir realizar una “SERIE”

Hoy, la evidencia está ahí, la serie se ha impuesto como una forma de pensar la fotografía y el estilo y por tanto de existir como autor. La Serie Fotográfica se interesa en un tema dado en un escritura precisa y con una calidad de luz ya anticipada.

El fotógrafo elegirá las horas de las tomas en función de su sujeto. La luz hermosa ya no será forzosamente la de la mañana o la de la tarde y los periodos de lluvia podrán ser preferibles a los momentos de cielos azules si eso corresponde al ambiente, al espíritu de su serie.

La elección de fotografiar por serie permite hacernos autónomos y elegir en la ‘realidad’ (o al menos en el espectáculo del mundo) nuestros propios sujetos y las atmósferas que nos inspiran. El fotógrafo-artista parece un buscador de agua en el desierto: si él cava 300 pozos pequeños de 10cm, tendrá pocas posibilidades de encontrar agua… si él se concentra sobre dos o tres lugares que parecen prometedores y si se consagra con toda su energía a esos tres pozos, creará pozos profundos y sus posibilidades de alcanzar el precioso líquido serán más elevadas.

Es esta disciplina de trabajo que hace hoy a menudo la diferencia entre ‘profesionales’ y ‘aficionados’. Los primeros (que tienen forzosamente más tiempo, reconozcámoslo…) invertirán en sujetos o asuntos de largo recorrido donde intentarán extraer una quintaesencia duramente adquirida. Los otros abandonan rápido el sujeto elegido, tienen la impresión de haberlo agotado en pocos días… y de hecho, sus series quedan en estado embrionario. Las acumulan como imágenes únicas que duermen en los discos duros de ordenadores sobrecargados de fotos no clasificadas…

La singularidad de una escritura fotográfica

Por supuesto, es posible encontrar numerosos contra-ejemplos a esta necesidad de fotografiar por series. Así, a primera vista, queda un mercado de fotos de arte donde se compra una imagen y no una serie. Pero las galerías que proponen estas fotos únicas van a hacer su mercado entre autores que trabajan por serie, y que, en ciertos sujetos concretos, preparas un estilo reconocible e identificable. Raros son los espacios de venta (fuera de las tiendas de posters) que se interesan en un fotógrafo que les mostrará tres retratos, dos paisajes, una foto macro, un reportaje de vacaciones y dos estudios de desnudos. Incluso si cada una de esas fotos es remarcable sobre el plano estético y perfecta según los criterios técnicos comúnmente admitidos. No estamos ya en la era de la reproducción de imágenes exitosas: el tiempo de la copia de los maestros ha terminado, lo que cuenta es la firma y la singularidad de una escritura fotográfica.

Finalmente, extrapolando un poco, la serie es al fotógrafo, lo que la historia es al escritor, el escenario para el cineasta, la melodía para el cantante, los arreglos para el músico. Es una arquitectura que autoriza a avanzar y a crear en un contexto definido. La serie delimita un campo de intervención, ella permite evitar el lado superficial y puramente estético de la foto. Generalmente se quiere una imagen única por sí misma y se olvida el nombre de su autor. ¿Cuántos compradores de imagines bellas en posters o en galerías low cost se interesan verdaderamente en el nombre del autor? Solo la imagen cuenta para su impacto inmediato o su capacidad de rememorar buenos recuerdos […] Por el contrario, cuando se adquiere una imagen de un autor del que gusta una serie, se compra con esta foto igualmente ‘el espíritu de la serie’ y el cliché elegido toma más amplitud. Él está acompañado de una profundidad de campo que incluye el nombre y el estilo del autor.

… próximamente… tercera y última parte…..

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