Las trampas inherentes a las series ‘demasiado pensadas’
Sin embargo, la serie, no es una fórmula mágica que permita transformar fotos banales o fallidas en obras esenciales.
En ciertas series ‘demasiado pensadas’ la idea toma el paso sobre la realización , el concepto queda más brillante que las imágenes y el punto de vista se hace entonces la ilustración de un propósito. Ahora bien la fotografía debe quedar como un arte visual, con una organización formal de elementos elegidos en un marco determinado. Si no , por una interesante y paradoxal inversión de la situación , esas fotografías ‘demasiados bien pensadas’ encuentran el mismo estatus que la imagen ‘recuerdo’: ellas no tienen más que un rol de ilustración y de atestiguación de un ‘eso existe’.
Ciertas series contemporáneas son tan cerradas sobre ellas mismas con preocupaciones estrictamente documentales que se hacen pesadas: acumular fotos de frontales e ilustrativas de buzones o de postes de aduanas europeas no es suficiente. Si eres el primero en hacerlo ,valdrá sin duda… pero si no la desilusión será grande. Porque una serie no funciona realmente si cada imagen que la compone no retiene también la atención por sí misma:
– La colección de buzones se hará interesante si esos objetos cotidianos han sido cuidadosamente seleccionados y fotografiados según un protocolo dominado sobre el plano estético. Esos buzones serán fascinantes si ellos se evaden de su único estatus de objetico para convertirse en a la vez formas ambivalentes y testigos de un informe social, geográfico, arquitectural…
– Los postes de aduana serán también , y en primer lugar, paisajes tratados con una elección de luz, punto de vista, de focal y de distancia. La acumulación de imágenes temáticas no tiene sentido más que por el punto de vista adoptado: ¿queremos mostrar la obsolescencia de esos lugares en el momento que Europa no tiene fronteras reales o al contrario se quiere significar que ellos quedad como límites significativos de nuestras diferencias culturales? Si ese es el texto , y sólo él, el que nos hace transmitir el mensaje, la serie fotográfica será una ‘serie’ pobre. Si por su estilo , su estilo en el encuadre, sus elecciones de distancia , luz, el autor consigue hacernos sentir sus propio punto de vista, el efecto de la serie funcionará totalmente y cada imagen ganará individualmente. Efectivamente , una buena serie, favorece cada foto ofreciéndole una interés añadido gracias a esta puesta en continuidad de elementos vecinos.
El desafío de lo inesperado y la exigencia del proyecto.
Hoy en día, nosotros entramos en la segunda etapa de la serie. Una cierta saturación aparece debido a trabajos de alumnos (y de discípulos) de la célebre escuela de Düsseldorf que generó los Gursky, Ruff, Struth y otros Höfer que han dominado el mercado del arte en el cambio de siglo. Desde hace una quincena de años hemos digerido series por centenares que han dibujado meritorios inventarios. Un segundo soplo es a partir de ahora necesario. Es momento de reintroducir dos nociones: la poesía del punto de vista y la toma en cuenta del proyecto global.
Por poesía del punto de vista, entendemos la posibilidad de sacar del concepto físico, frontal, frío y analítico que a parecido durante largo tiempo estar vinculado a la noción de serie.
Hacer una serie no es forzosamente adoptar un principio rígido y normativo que no se debe mover. Puede ser también la organización de una forma flexible pero coherente de un manejo aparentemente desorganizado.
Es dejar una puerta abierta a lo inesperado. Este desarrollo es evidentemente más complejo a ser puesto en marcha porque obliga a intervenir las nociones de orden y desorden. Y arriesga desorientar a un público de críticos y de expertos habituados a inclinarse por imágenes perfectamente ‘calibradas’. Pero la asunción de riesgos es inherente al trabajo artístico, incluso si una cierta fotografía ‘oficial’ lo ha olvidado un poco…
En paralelo, el trabajo por serie gana también al ser integrado en un marco más amplio que se puede llamar ‘proyecto’. Si al comienzo de su actividad un fotógrafo puede avanzar serie por serie, más bien deprisa, la necesidad de encontrar un vínculo entre todas esas series se hace importante. Un vínculo a veces levemente sostenido, pero un vínculo que va a sostener tanto al estilo del autor como a sus preocupaciones estéticas y éticas. La serie encuentra entonces su verdadera naturaleza: la de un medio de construir su visión fotográfica y de poner música a los proyectos que necesitan a veces largas inversiones, tanto en tiempo como en medios financieros.
Los portafolios que hemos retenido para este número de la revista afronta, cada uno en su esfera específica, sobre caminos ese tipo. Funcionan por serie, pero evitan la sistematización y la repetición de un mismo motivo. Proponen miradas de autores, donde cada uno elabora su propia singularidad y su distancia específica con una realidad que será entonces más o menos reinterpretada.
No hay recetas aquí, ni de academicismos, ni de reglas de composición o trucos para hacer funcionar una serie fotográfica. […]
Como en la televisión…
La serie tiene también el viento en popa en el sector audiovisual. Y muchos cinéfilos encuentran más de calidad formal y de audacia de escenarios en series ‘TV’ que en verdaderos films de cine. Esta vuelta de tuerca de tendencias muestra bien que en el arte nada está fijado a nivel de estructuras y de dispositivos. ¿Quién hubiera creído hace veinte años que los seriales, especialmente norteamericanos, serían más innovadores y originales que las películas de Hollywood?
En fotografía también la serie está de moda. No es un simple esnobismo coyuntural. Es una evidencia propia a la evolución del medio y teniendo en cuenta sus realidades técnicas, económicas y psicológicas. Es importante (para autores y para espectadores) saber poner en cuestión sus certitudes y comprender por qué los artistas invierten en tal o cual campo y abandonan otras direcciones…
La serie fotográfica se ha convertido en uno de los pilares del arte fotográfico. Continuará si no cae en un formalismo excesivo y en una frialdad documental a menudo aburrida.
Hoy en día, es sin duda , integrando una dosis de sorpresa y de lo inesperado en la coherencia de una serie y haciendo de esas series las piezas de un proyecto ‘global’ que se dará a la fotografía sus características de nobleza. Una fotografía autónoma, que no es de la pintura, ni de la literatura, ni del cine pero que evoluciona en un espacio específico, intermedio, indefinido.
Un lugar misterioso donde las imágenes se evaden de su naturaleza ilustradora para adquirir una autonomía estética y un complementariedad narrativa. Un bonito desafío a afrontar, ¿no?
RESPONSE PHOTO- hors serie nº17- Jean- Cristophe Béchet.
Reflexiones muy certeras.
Muy bueno el artículo completo.
Gracias por la aportación y el esfuerzo.
Una reflexión general, que me puede servir de autocrítica: «quizás por lo general somos muy perezosos de asumir los cambios y aquellas cosas que nos obligan a aprender ( técnicas, aplicaciones, experimentación, formas de conseguir el fin último una buena foto), pero como con otras cosas de nuestras vidas deberíamos esforzarnos en conseguir ese objetivo sin preocuparnos tanto de camino. Lo que quiero decir, en resumen, una instantánea es la suma de varios procesos en los que deberemos concentrarnos, estudiar, analizar y aprender para intentar llegar a la excelencia, porque innovar y sorprender es cada vez más difícil en un mundo donde es imágenes.»