En mitad de un día de campo, cámara en mano, se cruza una mariposa de esas que te dicen: «Hazme tuya». Uno se arma de la paciencia necesaria para hacer este tipo de fotos. Cien intentos, 99 fallidos. Además, el insecto revoloteaba y se posaba en un lugar en el que se mezclaban las zonas de sombra con las de sol intenso.
No podía quitar el ojo del bichito porque, como se puede observar, tiene unas alas espectaculares con forma de hoja que permiten camuflarse entre la vegetación. Distancia focal a 270 mm para molestar lo menos posible y captar todos los detalles y… a disparar.
Cuando iba a casa pensé que no había conseguido nada que mereciera la pena, pero al ver en el ordenador los resultados salvé esta fotografía por el detalle de la lengua libando de la flor.
Que buena. Yo todavía no he conseguido fotografiar insectos en condiciones naturales. Siempre los he tenido que atrapar y hacerles fotos en casa.
Gracias Chicho. Lástima no disponer de un macro en condiciones. Como diría Alberto… ¡no tengo equipo!